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Un joven estudiante de abogacía de Buenos Aires, desilusionado con los valores de la sociedad y el mundo de la política, ingresa a una organización religiosa que pregona los valores del Budismo.
Luego de veinticinco años dentro de la membresía de la entidad –y ya convertido en exitoso abogado y en su representante legal– descubre que su principal referente, mentor y gran amigo tiene comportamientos poco fiables, generándole ello mucha confusión.
Ante el descubrimiento cabal de esos procederes, comienzan a rememorarse en él un sinnúmero de situaciones en las se vio expuesto para sostener la coherencia de los valores, los cuales defendió desde su juventud y hasta entrado en la madurez.
Así pues, tanto él en lo personal como la generalidad de sus convicciones y sus creencias entran en una total y absoluta crisis, al darse cuenta de que en verdad su amigo y su entorno no son más que un fiel reflejo de muchas de las cuestiones arraigadas a su propia vida y de aquellos sucesos que protagonizó, principalmente como miembro, pero también como abogado de la institución y de sus principales directivos y asociados.
Y esa crisis no es otra cosa que la toma de conciencia de una interminable cadena de paradójicas y absurdas disputas que nada tenían que ver con los valores religiosos perseguidos.
Más bien esos sucesos se relacionaban con las más oscuras intrigas, intereses inconfesables y ambiciones de poder que, desde el “lejano oriente”, hacían impacto en lo más profundo de la Ciudad de Buenos Aires y viceversa, a través de las más extravagantes y disparatadas derivaciones, que, en definitiva, no conformaban otra cosa más que un patrón de comportamientos humanos de aquellos simples mortales enfundados en lo espiritual, religioso y político.